17 dic 2008

Nobleza, la de los caballos

La señora Carmen venía de tender a secar la ropa, y al pasar por delante de la habitación de su hijo, escuchó unos sollozos, empujó la puerta y vio al chiquillo tendido sobre la cama, llorando.
Se acercó, y poniendo su mano sobre la espalda de aquel, le preguntó qué le pasaba. El niño, le dijo que Raulito, su amigo de siempre, le había traicionado. Ella, le pidió que se diera la vuelta y le mirara, entonces le habló.
- Vamos hijo, ¿no sería un malentendido? Cuéntame cómo sucedió.
Nico, que así llamaban al pequeño, le explicó a su madre que Raulito lo había llamado desde el portal pidiéndole que bajara. Así lo hizo y cuando traspasó la puerta, lo atraparon entre varios chicos, burlándose de él por caer en la trampa y dándole una zurra.
- Bueno hombre, sería jugando, no tienes golpes ni sangre – indicó su madre, tratando de apaciguar los ánimos – a esos niños les gustan las peleas, pero parece que no te hicieron mucho daño, ¿o te duele algo?
El crío mirando a su madre, dijo:
- No mamá, los golpes no me hicieron daño, lo que me duele, es que se burlaran de mi, especialmente Raulito, al que creía mi amigo y que se reía con los demás. Me solté de los otros, le di un tortazo a él y escapé para aquí. No le volveré a hablar en mi vida.
- ¡Ay hijo mío!, no se puede andar así por la vida. Es que tú, como los caballos, eres muy noble.
Nico, miró a su madre con cara de asombro y entonces ella, pasándole una mano cariñosamente por la cabeza, le dijo:
- Siéntate y espera un poco que voy a traer unos libros, ya verás…
Y salió de la estancia regresando al poco rato con unos cuantos libros en los brazos. Se los puso sobre la cama y le explicó.
- Vete leyendo que yo tengo mucho que hacer. Estos libros te cuentan como es la vida de los caballos, desde que eran salvajes hasta que fueron domados y cómo fueron siempre animales queridos por los hombres, no solo por su ayuda en el trabajo, sino por su comportamiento en momentos difíciles, llegando incluso a arriesgar la propia vida por sus amos. Lee y verás cómo, además, te irás encontrando mejor.
Y allí quedó Nico leyendo y aprendiendo cómo los griegos y romanos trataban a sus caballos, cómo lo hacían los hunos de Atila, o los apaches de Toro Sentado.
Leyó hasta quedarse dormido y, seguro que soñó con la nobleza de los caballos.

12 comentarios:

Infiernodeldante dijo...

Asi es, hermano. Nada más noble y desinteresado que un animal. Desde siempre. Y a como sigue la humanidad, seguirá igual. Excelente entrada. Aleccionadora e interesante. Un gustazo leerte.

Unknown dijo...

Sí Dante, es una de las lecciones que puede dar una madre, al menos si es como lo era la mía.
Gracias por seguir mi huella marcando la tuya al visitarme.

Un abrazo, amigo.

fonsilleda dijo...

Gracias también a tí por compartir sentimientos y esbozos de recuerdos que, seguro fueron muy importantes en su momento.
Las huellas de las madres, generalmente, siguen ahí, fijas y permanentes.
Este blog me gusta mucho y ha quedado perfecto el cuento aquí, en este marco encuadrado.

Unknown dijo...

Me alegro mucho de que te guste el blog y de cómo ha quedado aquí el cuento.
Permíteme, por favor que sea yo quien te de las gracias, por ayudarme, por animarme, por leerme y en fin por estar siempre ahí, atenta a mis movimientos para echar una mano.

Un bico grande paisana.

RosaMaría dijo...

Qué dulzura de relato, tierno, breve y conteniendo una clara enseñanza. Saludos.

Unknown dijo...

Es un placer escribir y mucho más si te comentan como tú lo haces.
Gracias Rosi.

Un bico.

Infiernodeldante dijo...

Mis mejores deseos, hermano, para que este 2009 que llega te conceda todo lo bueno que tengas pendiente por concretar. Muchas Felicidades, para vos y los tuyos.

Unknown dijo...

Gracias Dante, lo mismo te deseo que tengáis un 2009 excelente, tú y los tuyos.

Un abrazo.

Dharma dijo...

Hola Balteu, yo siguiéndote por todos lados jajaja. Me ha encantado este texto. Es toda una ternura. Las madre siempre saben dar lecciones de humildad a sus hijos, hay tantas cosas en el mundo de las que podemos aprender, de esas más sencillas como la que traes acá. Una belleza.
Te dejo un abrazo.

Unknown dijo...

Hola Dharma me alegra ver tus letras por aquí, puedes venir las veces que quieras, seas bienvenida.
Sí, mi madre era una persona muy tierna y cariñosa.
Me alegra que te guste.

Un bico.

XoseAntón dijo...

Hola, amigo; sin duda es un buen comienzo y un inmejorable ejemplo, aprender de la nobleza de los caballos.

Ah, respecto a la frase de mi blog, no sé si ya la dijo antes alguien, lo más seguro es que sí, pero, en principio, fue uno de esos desvaríos...; ya sabes, cuando la olla vuela sin rumbo fijo :))

Si no me equivoco, también coincidimos un fin de semana en la casa do Xisto ¿verdad?

Un abrazo, amigo.

Unknown dijo...

Pues sí, exactamente, muy buen fin de semana por cierto.
Sí, creo que se debe aprender siempre de todos y de todo. Los caballos son un buen ejemplo de nobleza.
Me gustó mucho tu blog, especialmente esa frase, es muy buena, al menos para los que pensamos así.

Un abrazo, compañero.

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